Cuando se tiene cierta libertad de escoger un texto para traducirlo, quizá una de las preguntas más difíciles de responder es ¿por qué o para qué traducir un texto determinado y no otro? Los motivos pueden ser desde los más subjetivos hasta los muy prácticos e, incluso, ser una combinación de ambos. En este caso, considero importante difundir la obra de Stephen Leacock, no solo por su relevancia en el escenario literario canadiense, sino también por la actualidad de sus temas, su sensibilidad para abordarlos, y porque conjuga dos elementos que pudieran parecer irreconciliables: la economía y la literatura.